Autor: Julio Liberal
El próximo año 2010, se cumplirá el centenario del nacimiento del poeta oriolano Miguel Hernández. De hecho, ya han comenzado a celebrarse algunos actos ahora, en el 2009. Quien esto escribe, desde el respeto y la admiración por la vida y la obra del creador de "El Rayo que no cesa", quiere rendirle su sentido y afectuoso homenaje, con esta humilde semblanza.
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Miguel Hernández nació en Orihuela, un pequeño pueblo del Levante español, rodeada del oasis exuberante de la huerta del Segura, el 30 de octubre de 1910. El chicuelo pasó su niñez e infancia pastoreando un pequeño hato de cabras. Por las tardes ordeña las cabras y se dedica a repartir la leche por el vecindario. Miguel tuvo pocos juguetes, pero se extasiaba contemplando la Naturaleza y sus misterios: la luna y las estrellas, la lluvia, conoció las propiedades de diversas hierbas, los ritos de la fecundación de los animales. En aquellas soledades, comienza muy pronto a escribir pequeños versos, a la sombra de un árbol, realizando sus primeros experimentos poéticos.
Recordando aquellos años, escribiría el poeta unos sentidos versos sobre la ilusión, y la posterior decepción de no recibir juguetes por la festividad de Reyes.
LAS ABARCAS DESIERTAS
Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.
Y encontraban los días,
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.
Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.
Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río,
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.
Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.
Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.
Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.
Toda la gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.
Rabié de llanto, hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y un mundo de miel.
Por el cinco de enero,
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.
Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas
Miguel fue autodidacta, únicamente asistió a la escuela durante dos pequeños periodos, de los 6 a los 9 años y de los 14 a los 15. Precisamente fue en ese curso de 1924, en el colegio de los Jesuitas, cuando coincidió con quien llamaría su "amigo del alma" Ramón Sijé, tres años menor que él, y ya no se rompería su amistad, hasta que la muerte se llevó a Ramón a la temprana edad de veintidós años. Miguel Hernández escribió una elegía por la muerte de su amigo, que ha quedado como paradigma de la poética española.
"En Orihuela, su pueblo y el mío, se me
ha muerto como el rayo Ramón Sijé, con quien
tanto quería".
Ramón Sijé no era su verdadero nombre, sino un seudónimo que adoptó José Ramón Marín Gutiérrez. Igualmente su hermano Justino tomaría el de Gabriel Sijé.
La amistad de los hermanos Marín Gutiérrez sería muy importante en la vida del poeta pastor. Sobre todo Ramón, influiría en la vida y obra de Miguel, y le animaría en los momentos de desanimo de éste. No lo tendría fácil el joven poeta.
En 1925, a los quince años de edad, tiene que abandonar, definitivamente, el colegio para volver a conducir cabras por las cercanías de Orihuela. Pero sabe embellecer esta vida monótona con la lectura de numerosos libros de Gabriel y Galán, Miró, Zorrilla, Rubén Darío, que caen en sus manos y depositan en su espíritu ávido el germen de la poesía.
Ramón Sijé, joven estudiante de derecho en la universidad de Murcia, le orienta en sus lecturas, le guía hacia los clásicos y la poesía religiosa, le corrige y le alienta a proseguir su actividad creadora. El mundo de sus lecturas se amplía. El joven pastor va llevando a cabo un maravilloso esfuerzo de auto- educación con libros que consigue en la biblioteca del Círculo de Bellas Artes. Don Luis Almarcha, el entonces canónigo de la catedral, le orienta e instruye, y le presta también libros. Poco a poco irá leyendo a los grandes autores del Siglo de Oro: Cervantes, Lope, Calderón, Góngora y Garcilaso, junto con algunos autores modernos como Juan Ramón y Antonio Machado.
Las inquietudes literarias de Ramón y Miguel, junto con los hermanos Sijé, y con el panadero Carlos Fenoll, les animan a reunirse periódicamente en la tahona propiedad del padre de éste, formando el llamado "Grupo de Orihuela". Tienen que celebrar las reuniones al acabar la jornada, para compaginar su trabajo o sus estudios con estas aficiones literarias. Su voracidad por la literatura le aportaría el sedimento que le sería tan necesario para conseguir jugar, y conjugar las palabras, y formar con ellas, los bellos, armoniosos, emotivos y desgarradores poemas de su producción literaria.
Desde 1930 Miguel Hernández comienza a publicar poemas en el semanario El Pueblo de Orihuela, y en el diario El Día de Alicante. José María Ballesteros, médico y escritor, escribe en la revista "Voluntad", sobre "Un Pastor que escribe Versos". Su nombre comienza a sonar en revistas y diarios levantinos.
En 1931 se libra del servicio militar por excedencia de cupo, y verá con envidia cómo sus amigos partirán a cumplir con sus obligaciones militares. Lo que para la mayoría de los jóvenes hubiera sido una gran suerte, para Miguel constituiría un contratiempo toda vez que esperaba esta oportunidad para conocer el mundo y escapar de su vida de cabrero, a la que su padre le tenía aferrado. Serán sus amigos Ramón Sijé, Augusto Pescador, Juan Bellod, y otros, los que conseguirán facilitarle "unos duros", dinero con el que marchará a Madrid el 30 de Noviembre, pero, al no encontrar el apoyo que esperaba, para presentar Perito en lunas, regresa a Orihuela. Participa en un homenaje a Gabriel Miró. Por fin, en diciembre de 1932, se edita éste, su primer libro, apoyado para ello por Raimundo de los Reyes, director de la sección literaria del diario "La Verdad de Murcia", y por Ramón Sijé. El contrato de edición se firmará definitivamente el 1 de diciembre con el aval de D. Luis Almarcha, vicario general de la diócesis, y de D. José Martínez Arenas, abogado de la ciudad, que será quien le subvencione la edición de 300 ejemplares que costaron 400 pesetas.
En uno de los continuos viajes a Murcia, Raimundo de los Reyes le presenta a Federico García Lorca, que se encontraba realizando una gira con "La Barraca".
En 1934 realiza su segunda escapatoria a Madrid. Este viaje supone un cierto triunfo para él. Se publica en la revista Cruz y Raya su auto sacramental Quién te ha visto y quién te ve y sombra de lo que eras. En esta ocasión conocerá mejor el ambiente literario. Ahora comienza a relacionarse con grandes poetas como Alberti, Rosales, Aleixandre y Neruda.
En 1935 colabora con José María de Cossío en su enciclopedia Los Toros.
Regresa a Orihuela en el verano de 1934, y en septiembre formaliza su noviazgo con Josefina Manresa, regalándole el soneto, "Te me mueres de casta y de sencilla".
El 24 de diciembre de 1935 muere su hermano literario, Ramón Sijé, a quien dedica su celebérrima elegía, que se la publicarán en 1936. También se edita su libro de poemas "El rayo que no cesa".
ELEGÍA A RAMÓN SIJÉ
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano. (…)
.
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento. (…)
.
A las aladas almas de las rosas...
de almendro de nata te requiero,:
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero
También escribiría una elegía a la novia de Ramón Sijé, menos conocida, pero aún si cabe, más desgarradora. Extraeré solo unas breves estrofas.
ELEGIA A LA NOVIA
(En Orihuela, su pueblo y el mío se ha que-
dado novia por casar la panadera de pan más
trabajado y fino, que te han muerto la pareja
del ya imposible esposo)
.
Tengo ya el alma ronca y tengo ronco
el gemido de música traidora....
Arrímate a llorar conmigo a un tronco:
retírate conmigo al campo y llora
a la sangrienta sombra de un granado
desgarrado de amor como tú ahora.
Ya la carrera de Miguel está en marcha, imparable. Por fin su nombre comienza a sonar en Madrid, y en otros puntos de España, pero, el estallido de la guerra civil interrumpirá sus proyectos. El 18 de Julio, Miguel se incorpora en el Ejército Popular de la República en la sección de voluntarios Milicianos, siendo llevado en los primeros momentos, a cavar trincheras en los alrededores de Madrid. De allí el Comandante Valentín González "El campesino", lo incorporará a su 5º Regimiento, como Comisario de Cultura, participando en la sección de "Altavoz del Frente".
Miguel sigue haciendo lo que sabe, y lo que le dicta su conciencia. Sus armas son el lápiz y la palabra. Por esta época se produce el asesinato del padre de su novia, Guardia Civil, en Elda.
El 9 de Marzo de 1937, consigue un permiso, y se casa en Orihuela con Josefina Manresa. Escribe "Teatro en Guerra" y participa en el II Congreso de intelectuales en Defensa de la cultura, celebrado en Madrid y Valencia. Y con carácter internacional, visita Alicante y da una charla en el ateneo. De Agosto a Octubre viaja a la URSS para asistir al V Festival de Teatro Soviético, visitando varias capitales europeas. El 19 de diciembre nace su primer hijo, Manuel Ramón. Diez meses después, el niño morirá. "Murió con los ojos bien abiertos como dos golondrinas…" diría el poeta.
El 4 de Enero de 1939 nace su segundo hijo, Manuel Miguel, a quien le dedicaría sus famosísimas "Nanas de la cebolla" (murió en 1984).
Tras terminar la Guerra Civil, intenta el exilio recurriendo a varias embajadas como la de Chile. Marcha de Madrid a Portugal a mediados de Abril y es detenido en Rosal de la Frontera, siendo apaleado y entregado a la policía española.
Miguel, pasará por más de trece cárceles españolas. En Enero de 1940 es juzgado rápidamente y condenado a muerte, siéndole conmutada la pena por gestiones de sus amigos, por la de 30 años de cárcel. En una de esas prisiones, se encontrará con el dramaturgo alcarreño Buero Vallejo, que le hará el famoso retrato.
Temía Hernández que su hijo, a quien llevaba sin ver mucho tiempo, no lo reconociese, y pidió al compañero de cárcel Antonio Buero Vallejo, un retrato para enviar al pequeñín. El eminente dramaturgo, dibujó a lápiz unos días después, de la sentencia de muerte de Miguel, su cabeza, que ha quedado popularizada en todos los libros del poeta. Este se la hizo llegar a Josefina, con una nota:
"No quiero dejar de cumplir en lo que puedo mi palabra, y ya que no puedo ir de carne y hueso, iré de lápiz, o sea dibujado por un compañero de fatigas, como verás, bastante bien. Se lo enseñaras al niño todos los días, para que vaya conociéndome, y así no me extrañará cuando me vea".
El frío, las malas condiciones higiénico-sanitarias, y la pobre alimentación, más el hecho de sentirse enjaulado, hicieron que este ruiseñor, al que habían enmudecido su voz, y acallado su hermoso canto, enfermara de tuberculosis.
Josefina, su esposa le visitaba con frecuencia y, cuando podía, le llevaba el desayuno a la cárcel.
La mañana del 28 de marzo, no la dejaron pasar y rechazaron lo que la esposa le llevaba. Miguel había expirado esa misma madrugada. La frase "Adiós camaradas, amigos despedidme del sol y de los trigos" que se atribuye a Miguel, y que debió escribir en la pared, es obra de un poeta hispanoamericano llamado Elvio Romero.
En 1986 sus restos fueron trasladados al Panteón de alicantinos ilustres, cedido por el Ayuntamiento de Alicante.
Su voz siguió enmudecida y acallada para los españoles durante muchos años, durante la dictadura de Franco.
En Hispanoamérica se difundió su obra en México, Argentina, Venezuela, pero en España aún pasarían muchos años hasta poder deleitarnos con su portentosa obra.
Pobre Miguel. Naciste en una aciaga época. Tú llegaste y viviste, tal como diría tu compañero Antonio Machado, “entre una España que muere y una España que bosteza”. A ti fueron las dos quien te helarían el corazón.
Julio Liberal
El Boalo, Julio 2009